sábado, 18 de agosto de 2012

Cursi


Dicen que el romanticismo es ser cursi...

Yo quiero ser cursi y quiero a un hombre cursi a mi lado.
Quiero un hombre, que cursimente me diga cuanto me quiere, que en un arrebato de cursilería llene mi cama de pétalos de rosas.

Quiero un hombre que compare nuestro amor con una playa serena, de la forma más cursi del mundo, que me mire a los ojos y me diga, con voz cursi, lo que mi rostro le inspira, y que pasee conmigo de la mano por un parque como si fuéramos dos cursis...

Y con sueños cursis... viéndonos en un futuro, siendo dos abuelitos cursis que aun se besan...
Quiero un hombre cursi... para la más cursi.

sábado, 4 de agosto de 2012

Hombre poema


He descubierto que las musas, a veces son hombres. Tú eres un hombre musa, porque conviertes el deseo en pasión, la pasión en mar...

Exhalas un sentimiento etéreo, volátil, sublime... Y la "pasión-alambique", lo atrapa y lo transforma en tinta.
Ese sentimiento es lo suficientemente definible ahora, que he conseguido atraparlo en tinta, tan cobarde... que huye de mi mano, atraído por la blancura del papel.

Mágicamente, ya no es tinta, es letra. Era una materia muerta... y cobró la vida de la comprensión, de la palabra, de lo definido por una mente abierta... Pasó de mi mente viva, a la tinta fría... para reencarnarse en tu alma... la que me lo inspiró... Mi sentimiento dejó de ser mío para depositarse en ti, por este medio... ¡todo magia!

¿Lo ves hombre musa? Eres un poema.
Hombre... eres un poema...
Solo decir hombre, eso ya es poesía.

Eres el poema que fabricaste en el papel de mi cuerpo, cuando me tocaste... quedando impreso lo vivido por el corazón.

Amaneció el verano, transpirando por cada poro de nuestra piel. Sabíamos que lo llevábamos dentro. Era nuestra sangre, haciendo subir la temperatura del aire.

Toqué tu piel cálida, con una temblorosa mano, queriendo leer el braille de tu patria.

Tú me acariciaste, palpando cada suave curva, el blanco terciopelo, la espuma del mar; el vientre apacible, como la arena de la playa; los labios candentes, como los guijarros de la orilla.

Amanece conmigo... amanece, hombre poema.