viernes, 3 de agosto de 2007

Día 2- (20/07/07) – De la Farga de Moles a Andorra.

Esta mañana, J. Luís me comunicó la ruta a seguir prevista para hoy: Desayunar en el bar del camping y salir para Andorra.
Pero después de un rato esperando en la barra del bar a que apareciera la camarera, decidimos desayunar en Andorra, después de comentar lo extraño de esta gente. Ayer tuvimos que esperar un rato a que apareciera alguien en Recepción y por la noche, el restaurante, la Recepción y el bar, también estaban vacíos.
Tras cruzar la aduana, paramos en el primer centro comercial, “El Punt de Trobada”; Pedimos, y J. Luís salió un momento a poner el candado a la moto. Un camarero, desde la otra punta del extenso restaurante, preguntaba a alguien, con un fuerte vozarrón: “¿Estás esperando? ¿Te falta algo?”. No quise mirar detrás de mí a ver a quién gritaba, por discreción. Volvió a preguntar algo más cerca de donde me encontraba, por lo que ya no me quedaba duda de que preguntaba a alguien que debía estar cerca de mí. Pero a la tercera vez, cuando preguntó delante de mis narices, vi que era a mí a quien se dirigía. Muerta de vergüenza, con la sensación de que todo el mundo me miraba, respondí con un tímido “No, gracias, ya hemos pedido”, al tiempo que J. Luís llegaba.
“Es que la vi sola, como esperando” Le dijo a J. Luís, disculpándose. Él no entendía nada, y puso cara de interrogación, casi se le veía el punto sobre la cabeza. “Ya te explicaré, cariño”.
El camarero, Beni se llama, simpatiquísimo. Nos reímos mucho con él. Estaba indignado porque un señor le había dicho que el precio de los platos combinados le parecía caro. “Si yo, cuando salgo con mi mujer, qué menos que 20€”.
Compramos lo que nos faltaba: Esponja, champú, gel… y una botella de Fairy, aunque después caímos en la cuenta de que no tenemos ni vasos ni platos.
Se hizo la hora de comer y, como ya sabíamos por Beni el precio del menú, nos quedamos, dejándonos aconsejar la fideguá con queso y la paella de mariscos. Desde luego, pensamos repetir la próxima vez.
Queríamos llegar a Andorra la Vieja. Pasamos por Sant Juliá de Lloria, pegado a Santa Coloma. Dejamos de ver los carteles de indicación que nos llevaban a nuestro destino, por lo que preguntamos por el nombre del pueblo donde estábamos: “Esto es Andorra la Vieja” nos dijo entre risitas. Los tres pueblos están tan seguidos, juntos a lo largo del estrecho valle, siguiendo el cauce del rio Valia, entre el cortinaje de las montañas.
¡Qué gente tan amable!, ¡Qué bien atendidos nos sentimos en todo momento y en todas partes! Todo el mundo habla los tres idiomas: Catalán, castellano y francés.
A las seis, ya cansada y con la pierna quemada dolorida, decidimos marcharnos al camping, parando antes a comprar algo de comida, el periódico, un libro y algunos recuerdos; Aunque los mejores recuerdos los llevo aquí, impreso en mi cámara y mis hojas de este diario.

No hay comentarios: