domingo, 13 de marzo de 2011

Para Begoña. Bajo un techo de cerezos.

Quité las viejas maderas roídas de la taberna, teja a teja, las fui retirando todas, una a una, para que entre los cerezos puedas ver el cielo estrellado, y se filtren, tenues y frágiles, los candiles de las estrellas que palpitan un brillo azulado.

La luz, se desprende de la chimenea, cálida, junto ella dos sillas, una para ti, otra para él, que impaciente espera tu llegada con un ramillete de flores caídas y llovidas de los árboles.

No lo hagas esperar, porque esta noche, si no vinieras, volverá el cielo a despertar llorando, junto a la lluvia de nuestros ojos.

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